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Editorial del Programa ECOS del día 8 de Enero de 2009
Hoy voy a abrir contándoles un cuento de mi amigos Oscar Silberman.
El Hado
Se levantó a las siete y diez como todas las mañanas.
Se bañó, vistió y desayunó como lo hacía siempre.
Como todos los días, tomó el colectivo hasta la oficina, y comenzó su trabajo de todos los días.
A las once y cuarto apareció sobre su escritorio una figura pequeña, luminosa, no más grande que la goma de borrar.
- Hola, soy un hado. Eres un hombre bueno, pero tu vida es triste y gris. Si tú quieres, puedo ayudarte.
- ¡Mentira! Tú no existes. Además, soy feliz como vivo.
El hado hizo un movimiento, y sobre la tapa de un expediente aparecieron imágenes. La infancia, las frustraciones, la juventud, la rutina actual.
Una lágrima reprimida le nubló la vista.
- ¡Me arruinaste el día!
- Pide un deseo y te lo concederé.
- ¡Vete!
Y el hado se fue.