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Editorial del Programa ECOS del día 2 de Abril de 2009

 

 

Hoy es un día muy especial, 2 de abril, y vamos a hablar de soberanía nacional.
No. No voy a hablar de Malvinas si bien hoy ha sido un día de recogimiento por tanta muerte inútil y tanto traidor de uniforme.
Hoy me parece más apropiado hablar de soberanía nacional.
Que no sólo se sometió en las islas.
Es muy fácil pensar en soberanía nacional y pensar en 1982. La soberanía nacional no sólo se ejerce discutiendo el punto y raya que nos rodea a los argentinos. La soberanía nacional también se da otras cosas.

¿Se da en otras cosas?
Mafalda una vez salió a caminar por la ciudad para inspirarse para la redacción sobre el sentir nacional que le encomendó la maestra, y se encontró con Felipe que andaba por el centro haciendo lo mismo.
Y ambos estaban dibujados por Quino, debajo de carteles y cartelones, marquesinas y frentes de comercios que decían: the best jean, for the woman, for sale today, jockey, the best smoke, y cosas así.
Pero tampoco voy a hablar de ese tipo de soberanía nacional. La de los norteamericanos sobre nosotros, digo. La de la coca cola. No, de esa hoy no.
Voy a pensar en soberanía nacional y voy a pensar en nuestro petróleo… a la española.
Voy a pensar en soberanía nacional y voy a pensar en los minerales. Y no digo de hacer lo mismo, pero con bandera argentina, mas o menos como dice Pino Solanas. Digo que se los llevan, bajo bandera canadiense, inglesa, o yanquee.
Voy a pensar en soberanía nacional y voy a pensar en el agua y se me ocurre la Marsellesa.
Voy a pensar en soberanía nacional y en semillas locales, y veo la bandera de Monsanto.
Qué me queda para pensar en soberanía nacional? Algunas pocas alimenticias, que van desapareciendo aplanaditas bajo las multinacionales. Algunas pymes.
Poco más.

Y sin embargo, en estos días en los que se recuerda la soberanía nacional en las aulas vacías de los paros seguía mirando fijo don José, desde el cuadro de marco dorado. Porque mira y no entiende nada.
Los que sirven la mesa ponen los mejores platos a los de afuera.
Qué migas del banquete se caen a las baldosas de la soberanía nacional?
No. Don José no entiende nada. “Al Ejército de los Andes queda la gloria de decir: en 24 días hicimos la campaña, pasamos las cordilleras más elevadas, concluimos con los tiranos y dimos libertad a Chile." Dijo una vez. Habría tenido alguna pesadilla con la bandera de la Repsol?
"Compañeros juremos no dejar las armas de la mano hasta ver al país enteramente libre o morir con ellas como hombres de coraje" dijo otra vez.
Si volviera, ¿la emprendería contra la Barrick y su tercer país en los altos Andes?
Pero también dijo, señoras y señores. “Hace más ruido un sólo hombre gritando que cien mil que están callados"
Y bueno, don José. Es nuestro turno de gritar.