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Editorial del Programa ECOS del día 10 y 12 de Septiembre de 2009

 

La pérdida de identidad y de biocultura a través del sometimiento de los “de afuera”

 

 

Leia el otro día en La Nación una noticia proveniente de Salta: “El fin de un pueblo a 3100 metros de altura – decía el título- Resuelven un misterio arqueológico. Tastil, un importante centro urbano prehispánico, desapareció sin causa aparente; ahora se conoce la explicación.

“Los restos de unas 300 viviendas pertenecientes a la cultura Tastil, quedan en el silencio, y la desaparición de toda esa gente ha sido un misterio de la arqueología.
Entre los siglos X y XV, en lo que es hoy el sitio arqueológico de Santa Rosa de Tastil, ubicado 100 kilómetros al oeste de la ciudad de Salta, vivieron unas 3000 personas; fue uno de los centros urbanos más grandes del noroeste argentino prehispánico. Pero a la llegada del inca a estas tierras -lo que se estima que ocurrió alrededor de 1480-, este importante centro de intercambio comercial se encontraba deshabitado, o al menos eso es lo que plantearon los arqueólogos que estudiaron el sitio en la década del setenta.

Pero el hallazgo de más de cincuenta sitios incas en los alrededores de Tastil, en los que se mezclan la arquitectura y la cerámica incaicas con la propia de la cultura tastil, junto con el de un camino típicamente inca que atraviesa esa ciudad, revela que la decadencia de la ciudad fue el resultado directo de su anexión al Imperio Inca”.

El licenciado Christian Vitry, investigador del Museo Arqueológico de Alta Montaña de Salta, dio con la tecla: "Fueron los incas los que ocasionaron el despoblamiento de Tastil, porque no les interesaba mantener una ciudad con una densidad tan grande de habitantes. Lo que les interesaba era el sector productivo, asociado a ese centro de comercio, y le interesaba la gente de Tastil para que lo trabajara"

Antes de la llegada de los incas, en el mercado de Tastil se intercambiaban productos de medio continente: moluscos del Pacífico; semillas de plantas y maderas del Chaco; cerámicas de los Valles Calchaquíes, de Humahuaca y de Lerma, entre otras muchas cosas que halló la Universidad Nacional de La Plata en los 70.

Pero lo que los incas vieron en Tastil fue la posibilidad de contar con mano de obra esclava capaz de explotar las riquezas naturales de los alrededores. Los sacan del poblado y los llevaban a trabajar a las zonas de cultivo, ganadería y minería

Y Tastil murió. Les cambiaron el esquema, que era concéntrico con centro en Tastil, por una administración lineal que dependía de otro centro mucho más grande, el del Imperio Inca, en ese caso.

O sea: alguien de afuera, que rompe el tipo de vida tradicional, cambia la manera de producir, y termina aniquilando una cultura. ¿No le suena parecido cuando por los campos argentinos usted ve chacras abandonadas, tambos desiertos? Cuando en las poblaciones cordilleranas los hombres ya no están porque se los llevaron a las minas? Lo que fue el imperio y su accionar en el cual sólo buscaba mano de obra y poco le importaba la cultura local, ¿no se parece pavorosamente a la pérdida de nuestras culturas locales, nuestras bioculturas, en aras de la agricultura intensiva, de un solo producto en millones y millones de hectáreas, con gente muriendo de hambre, desarraigada?
O estoy inventandome una fábula?