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Editorial del Programa ECOS del día 4 de Abril de 2015

 

Agotamiento del suelo. Muchas alarmas y pocas reacciones

 

 

La mayor parte de las tierras agrícolas accesibles de la Tierra están ya siendo cultivadas. Los factores ecológicos como el clima, la calidad del suelo, el abastecimiento de agua y la topografía determinan el que una tierra sea apropiada o no para la agricultura.
A lo largo de los últimos 40 años, hay superficies importantes de tierras que fueron productivas y ya no lo son más, en barbechos muy largos debido al uso intensivo de químicos. Tierras quemadas se le dice en algunos lugares. Tierras en las cuales, además de haberse extraído todo el fósforo biodisponible, se ha aniquilado sistemáticamente la microbiota del suelo, y se ha roto la estructura del suelo mismo.
Años han de tener que pasar para primero, regenerar la microbiota, la vida del suelo. Y años para que esa vida del suelo metabolice el fósforo que se le ha incorporado artificialmente, y lo convierta en fósforo disponible para posibles plantas.
Pero no solo eso pasa con el suelo. Cuando se avanzó sobre suelos de bosque o monte o selva, se deforestó y se plantó año tras año, ese suelo –que no estaba acostumbrado a monocultivo de siempre la misma cosa, año tras año, regada por químicos biocidas- muere mucho antes, y termina un suelo estéril, expuesto al viento (y se vuelan los suelos, literalmente) y a las escorrentías (y generan grandes catástrofes aguas abajo como cada tanto se ve en los noticieros)
Pero no solo eso pasa con este empecinamiento de plantar en un sistema industrial de plantaciones:
El calentamiento global hará que zonas de la Tierra que hoy son aptas para la agricultura pierdan calidad, en algunos casos dejando de resultar aprovechables, mientras que otras que hoy son poco o nada aptas pasarán a ser cultivables. Unos países perderán capacidad agrícola y otros la ganarán.
En la Universidad Ludwig-Maximilian en Múnich, Alemania, se pusieron a modelizar estos procesos y ver qué resultados daba para un futuro no tan lejano.
El equipo se ha concentrado en los impactos más probables del cambio climático sobre la disponibilidad de tierras adecuadas para los 16 principales cultivos para alimentación o energía en todo el mundo, incluyendo aquellos de primera necesidad como arroz, maíz, y trigo.
El cambio climático muy probablemente aumentará la disponibilidad de tierras cultivables en países como Rusia, Canadá y China, en el transcurso de los próximos 100 años.
Por otro lado, en ausencia de medidas de adaptación, como una irrigación incrementada, la simulación proyecta una pérdida notable de tierra agrícola adecuada en las regiones mediterráneas y en zonas del África subsahariana.
La situación no es tan simple como que la tierra de cultivo que se pierda en un sitio se gane en otro. Buena parte de las nuevas tierras cultivables serán solo moderadamente aceptables para su uso agrícola, así que la proporción de tierra muy fértil usada para la producción de cosechas, en el planeta entero, disminuirá.
Habrá más tierra cultivable, pero de calidad mediocre. Además, en las regiones tropicales de Brasil, Asia y África Central, el cambio climático reducirá de forma notable la oportunidad de obtener múltiples cosechas por año.
Los resultados, dicen, son alarmantes. Mientras tanto, el sistema agrícola industrial agotador de suelos, sigue avanzando como si no se enterase de estas cosas.