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Editorial del Programa ECOS del día 17 de Marzo de 2018

 

Manzanas empetroladas en su mesa

 

 

Uno tiene la sensación de que muchos hablamos en el desierto y que el viento se lleva las voces y los mensajes.
En diciembre pasado, el Senado de la República del Uruguay aprobó una ley que aplica una moratoria al fracking en ese país por 4 años.
Claro que no es que el presidente y los legisladores se levantaron un día y se les ocurrió. Es una victoria de movimientos sociales que impulsaron la prohibición, y lo hicieron por sobre los discursos oficiales del Ministerio de Industria Energía y Minería, desde donde se seguía apoyando la idea de avanzar con la fractura hidráulica en ese país.
Y digo que a veces uno siente que habla al viento, cuando las evidencias de las externalidades pavorosas de ese método fisicoquímico de extracción de gas de esquisto son innegables.
Cuando comunas empiezan a declararse libres de fracking.
Cuando los productores fruti hortícolas empiezan a ver cómo las frutas de Chile, por ejemplo, se ofrecen al mercado mundial como frutas cultivadas en territorios libres de fracking, y establecen una ventaja comparativa altísima en el comprador europeo, por ejemplo.
Cuando se promocionaba a los Estados Unidos como un país que tenía grandes extensiones dedicadas a ello, y nadie decía nada. ¿Nadie decía nada? En los medios auspiciados por la industria hidrocarburífera seguramente que no, pero los movimientos anti fracking en ese país son cada vez más fuertes porque hay mucha gente que ha tenido que abandonar sus tierras y sus casas porque ya la región era invivible.
Matt Damon le puso carnadura al tema en su película Gas Land, en donde hasta se mostraba cómo había personas de las petroleras que se hacían pasar por conservacionistas y llegaban a los pueblos a explicar cómo sus fundaciones apoyaban el fracking porque habiendo estudiado a fondo el tema, nada había que temer.
Muy penoso ver cómo en nuestro Alto Valle empieza a ser perforado e inyectado con químicos peligrosos en su subsuelo.
Es nuestro Alto Valle del río Negro, la zona de mayor producción de peras y manzanas del país. ¿Podrán convivir con esa explotación? Y si acaso no? Qué sucederá con esa industria histórica de esa región argentina?
Cuentan los amigos del Observatorio Petrolero Sur que “YPF está en negociaciones con la trasnacional rusa Gazprom, con la que ya realiza fracking en Allen y es la mayor productora mundial de petróleo, poseedora de la red mundial más extensa de transporte de gas y tiene la mayor reserva mundial del mismo”. “Sólo en 2015 se produjeron cuatro derrames en el área Estación Fernández Oro y la Corte Suprema de la Nación anunció el creciente nivel de naftaleno en el Río Negro que los asambleístas contra el fracking denuncian como consecuencia de la explotación de hidrocarburos. Los desechos de la actividad siempre van a parar cerca de los ejidos urbanos, como sucede por ejemplo en la localidad de Añelo en Neuquén, donde hay piletones a cielo abierto cerca de los hornos pirolíticos donde hacen la quema de los hidrocarburos y éstos contaminan el aire. Por otra parte la perforación necesita 20 millones de litros de agua mezclada con sustancias químicas tóxicas para los seres humanos y animales que contamina las napas y acuíferos subterráneos, el agua residual llamada flowback después es vertida en los piletones y contamina la tierra y el aire”.
El gobierno provincial promueve la instalación de las empresas, y junto con éstas prometen controles ambientales y responsabilidad empresaria. Lo de siempre: las promesas de las empresas petroleras que nunca van a reconocer la afectación ambiental que podría hacer caer el sistema de producción fruti hortícola.
Cómo garantizarle a los mercados condiciones ambientales seguras para producir, en un concierto de explosiones, venteos, derrames e incendios en pozos?
Venimos de años de pingüinos empetrolados. ¿Tendremos ahora manzanas empetroladas?