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Editorial del Programa ECOS del día 25 de Agosto de 2018

 

Plaguicidas disruptores endocrinos

 

 

Los Dres. Luz María Iribarne-Durán, del Instituto de Investigación Biosanitaria de la Universidad de Granada, España, junto a su compañero Nicolás Serrano Olea, que además pertenece al CIBER de Epidemiología y Salud Pública de España, y al Departamento de Radiología y Medicina Física, junto además, al Dr. Castillero-Rosales, del Departamento de Química Analítica, Universidad de Panamá, publicaron un trabajo corto y contundente llamado “Disrupción endocrina, pesticidas y alimentación.
Quería compartir con ustedes algunas cuestiones que allí aparecen.
Aunque la exposición humana a compuestos químicos ambientales de muy diferente origen se ha incrementado de forma alarmante en las últimas décadas, la asociación entre exposición y efecto sobre la salud no siempre se ha analizado con la profundidad necesaria.
En las últimas décadas se ha relacionado la exposición a ciertos compuestos químicos con la aparición de enfermedades de marcado carácter hormonal. Entre estos compuestos químicos, conocidos como disruptores endocrinos, se encuentran una amplia variedad de plaguicidas, productos químicos de origen industrial, componentes de utensilios y productos de uso habitual y cosméticos, que han sido introducidos en el medio ambiente por la actividad humana y se relacionan con los hábitos de consumo.
Por este motivo, se han establecido en la Unión Europea reglamentos sobre la utilización de plaguicidas que garantizan la protección el medio ambiente y la salud humana y animal.
A pesar de ello, aún existen ciertas dudas sobre la eficacia de estas medidas ya que aspectos como la evaluación toxicológica de la disrupción endocrina aún no es rutinaria en la autorización de los plaguicidas para la producción agrícola.
Diríamos nosotros, que aquí no es ni rutinaria ni nada, pues directamente, se ignora.
Pero, ¿por qué es tan importante conocer alguito de la disrupción endocrina?
La Organización Mundial de la Salud define disruptor endocrino como aquella sustancia exógena o mezcla de sustancias que alteran una o más funciones del sistema endocrino (es el sistema hormonal del individuo) y consecuentemente causan efectos adversos en la salud de un organismo o en su descendencia.
Un disruptor endocrino es aquella sustancia cuyas características la hacen sospechosa de provocar una respuesta disruptora en un organismo, aunque la certeza en la asociación no sea absoluta. Fíjense en este detalle: aunque la asociación no sea absoluta (principio precautorio).
Las características principales son:
- Actúan a concentraciones bajas y de forma combinada con las hormonas propias del cuerpo, por lo que es difícil establecer un nivel umbral de no efecto, lo que les confiere una especial peligrosidad ya que no existen dosis seguras.
- Cuando la exposición ocurre durante periodos del desarrollo del individuo con especial vulnerabilidad a la disrupción endocrina –embarazo, lactancia, pubertad- provocan daños que pueden manifestarse más tarde a lo largo de toda la vida.
- Las curvas que relacionan dosis de exposición con el efecto adverso no son lineales, es decir, la respuesta no siempre aumenta en la misma proporción que la dosis de exposición.
- Generalmente, los individuos no están expuestos a un solo tipo de compuesto disruptor, sino a las mezclas de ellos (a un cóctel), por lo que los efectos son difícilmente predecibles dadas las posibles acciones sinérgicas, aditivas o antagónicas entre residuos de diferentes químicos.
- Como resultado de la exposición a DE en un determinado individuo se pueden observar consecuencias en generaciones posteriores ya sea por afectación genética o mecanismos epigenéticos.
- Los efectos observados tras la exposición pueden ocurrir tras largos periodos de latencia, lo que distancia la exposición del efecto consecuente, y dificulta en gran medida el establecimiento de una asociación causal.
- La ubiquidad de la exposición a disruptores endocrinos es un hecho constatado. En algunos casos debido a su persistencia, se pueden encontrar durante años en agua, tierra, aire y en los seres vivos. Se han encontrado en los lugares más remotos del planeta, sin que pueda asociarse a una actividad humana local contaminante. Además, el uso diario o el consumo de vegetales que los traen, aunque sea a dosis bajo los teóricos umbrales de seguridad, contribuye a la exposición continua.
¿Cómo actúan en nuestro cuerpo? interfieren en el mensaje hormonal entre los diferentes actores del sistema endocrino. Por ejemplo, pueden modificar los niveles de hormona circulante. Pueden reducir, incrementar o interferir la capacidad de respuesta a las hormonas naturales.
Un número creciente de estudios vinculan la exposición a disruptores del tipo PCBs o plaguicidas organoclorados como el mirex o el clordano, con cambios epigenéticos en humanos. Un individuo no expuesto, puede mostrar cambios epigenéticos debido a la exposición a compuestos orgánicos persistentes (COPs) ocurrida en el útero materno o incluso desde óvulo alterado o espermatozoides de sus padres o abuelos; la exposición fetal a contaminantes del medio ambiente como los COPs, pueden causar cambios epigenéticos con efectos transgeneracionales.
La evaluación de la toxicidad química es demostrar que como consecuencia de la interacción entre el compuesto químico y el organismo se evidencia un efecto considerado adverso en el individuo expuesto. Los experimentos en que solo se han testado altas dosis, puede conducir a una evaluación errónea, subestimando la respuesta a muy bajas dosis. y la medida de la actividad hormonal estrogénica rara vez ha sido tenida en cuenta en la evolución toxicológica hecha con carácter regulador en las legislaciones.
Otro aspecto preocupante es que se haya demostrado que mezclas complejas de diferentes disruptores en niveles por debajo de su propio límite máximo permitido, sean capaces de desencadenar una respuesta perjudicial. Esta observación pone en entredicho cualquier aproximación de evaluación toxicológica que considere los residuos químicos investigados uno a uno, sin tener en consideración el efecto combinado o cóctel.
A pesar de que las formas de exposición y las vías de entrada son muy diversas, es la vía digestiva es la principal ruta de exposición para el hombre, debido a su acumulación en la cadena alimentaria. Tanto es así que la composición de las mezclas lipofílicas encontradas en los tejidos humanos varía de acuerdo con las diferencias regionales en el uso de estos compuestos y con los hábitos dietéticos de las poblaciones expuestas.
Cada año se aplican decenas de miles de toneladas de agroquímicos sobre los cultivos y plantaciones provocando la contaminación del suelo, agua, aire y productos alimenticios y, por ende, la exposición del ser humano.
Actualmente en Europa, se registran 483 sustancias activas que entran en la formulación de plaguicidas, y que, teóricamente, han sido autorizadas siguiendo criterios estrictos (Reglamento 1107/2009), pero a pesar de ello, algunos aspectos de la reglamentación no han sido suficientemente desarrollados como es el caso de la evaluación de la capacidad de alterar el sistema hormonal – disrupción endocrina- que no se ha aplicado.
La Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) en su informe del Programa de Control de Residuos de Plaguicidas correspondiente al año 2014 muestran los resultados del análisis de 621 residuos en 2384 muestras de productos tan variados como cereales, frutas, verduras, alimentos procesados y carnes, con un total de 60 plaguicidas con propiedades de disrupción endocrina en los alimentos analizados.
Clorpirifós, Metil pirimifos, Cyprodinil, Quinoxyfen, Endosulfan, Methiocarb, Azinphos-methyl, P,p´-DDE, 2,4-D, Cipermetrín, Ciproconazole, Deltametrín, Malatión y una larguísima lista de muchos otros más.
Las consecuencias de la exposición son distintas dependiendo de la edad y el sexo. En el caso de los hombres, son cada vez más frecuentes las alteraciones en el desarrollo del sistema genitourinario, entre ellas el criptorquidismo o no descenso testicular asociado con el cáncer de testículo y con la infertilidad. En la mujer, el incremento del cáncer de dependencia hormonal ya sea de mama u ovario, así como los casos de esterilidad ligada a endometriosis, entre otros. En ambos sexos alteraciones muy diversas que van desde la obesidad al síndrome metabólico, y desde los trastornos del desarrollo neuroconductual y los problemas de crecimiento a la mal función tiroidea, están en el listado de posibles efectos de la exposición a disruptores endocrinos.
¿Dónde está el Principio de Precaución en estos temas? Claramente los límites de exposición que fijan de modo arbitrario y sin ningún tipo de fundamento científico, y establecen cuánto veneno podemos comer en cada ración de nuestra comida, es rayano en lo criminal.
Ya, la evidencia científica desborda el tema. No queremos veneno en nuestra comida. Esta agricultura química nos expone diariamente a la enfermedad y la muerte.