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Editorial del Programa ECOS del día 24 de Agosto de 2019

 

Más allá de la ONU y no comer tanta carne

 

 

Seguramente lo ha leído por muchos lugares, y bueno, ¡éste será otro más!
El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas revisa todo lo concerniente a cambio climático por supuesto, pero desde una perspectiva bastante amplia: no es solamente que andan contando chimeneas, sino que revisan cuándo dióxido de carbono hay, de dónde viene y qué escenarios se nos presentan a futuro dependiendo de si esas emisiones aumentan, disminuyen o se mantienen constantes.
Todas las flechas apuntaron siempre al mundo del petróleo (y siguen apuntando, claro) más las emisiones naturales del océano, que nos devuelve gentilmente el dióxido de carbono absorbido hace muchos años, y también revisaron esta vez qué actividades humanas, además del fanatismo petrolero, podían hacer mover la aguja en términos de emisiones problemáticas.
Y el detector les apuntó al plato de comida. O más exactamente a cierta comida.
Y dijeron que es imposible mantener la temperatura en niveles seguros si no hay también una transformación del modelo de producción de alimentos y de la gestión de los suelos. Los expertos proponen una alimentación con más vegetales y si implica carne, que sea ‘baja en emisiones’. ¿a qué se refieren?
El informe “Suelos y cambio climático” fue aprobado en Ginebra por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de la ONU y señala que la humanidad usa un tercio de las tierras disponibles para todo (alimentos, semillas, fibras, madera, energía).
Indicaron que la agricultura, la selvicultura y otras actividades vinculadas a los usos del suelo aportan un 23% del conjunto de los gases de efectos invernadero que calientan el planeta. ¡Casi una cuarta parte viene del uso del suelo! Y que si encima le agregamos el procesamiento de esos alimentos que la tierra nos da (su transformación, su transporte, los residuos) llegamos al 37%!!.
Pensemos además en la inequidad: una cuarta parte de los alimentos se pierden o van a la basura. Mientras que 2000 millones de personas son obesos y más de 800 millones están desnutridos. Es muy loco, ¿no?
Algo estamos haciendo mal.
Las emisiones, la erosión del suelo, la destrucción de bosques y ahora se agrega la enorme emisión que genera el ganado y las prácticas agrícolas intensivas (y resalto lo de intensivas, los desiertos verdes) vienen a ser una respuesta más bien equivocada a la crisis climática y a la crisis alimentaria.
En la escuela nos han enseñado que el suelo y las plantas tienen una capacidad limitada para absorber el CO2 procedente de las actividades humanas. Tienen un límite, un punto de saturación. Y si se trata de tierras estériles, debido al sobreuso, desnudas, erosionados, sin cubierta vegetal, no absorben nada de nada.
Agreguemos al problema las emisiones de los óxidos de nitrógeno y del metano, ¿de dónde? de la fertilización y los cambios de uso de las tierras, y no solo deforestación sino degradación de las turberas, por ejemplo, las zonas húmedas, los pastizales, los manglares, los bosques.
Pero ¿por qué de todo esto solo la prensa salió a hablar de la ganadería?
Porque una cosa es que toque el tema a una selva que está lejos y no la veo, pero otra muy diferente es que meta la mano en mi plato (bueno, en el plato de los que comen carne).
El informe pide que busquemos dietas más equilibradas con legumbres, frutas, y también con alimentos de origen animal, pero… en sistemas orgánicos, biológicos, a campo, asociados a sistemas productivos sustentables, bajos en emisiones de gases de efecto invernadero.
Resumiendo: que se hizo foco en comer menos carne, que ya lo sabíamos, solo que esta vez no se lo dice su cardiólogo, se lo dice el IPCC.
Que la que se haga, sea orgánica, a pasto, respetando las rotaciones, no un feed lot. Que se aumente la producción de vegetales de consumo, no los desiertos verdes transgénico-químicos. Que no se deforeste más.
Esto va mucho más allá de su plato (y se lo dice una vegetariana) sino que va al concepto mimo de alimentación, para, un día, quizás, que no haya esta crisis climática, que no haya 2000 millones de obesos, viendo cómo se cultiva para meternos harina el cuerpo, y se desprecia la agricultura campesina (que no produce gases de efecto invernadero) y se echa a la basura una descomunal cantidad de alimentos, frente a mil millones de personas que pasan hambre.