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Editorial del Programa ECOS del día 2 de Mayo de 2009

 

Es impresionante cómo se defiende el sistema de producción de agroquímicos como gato panza arriba. Y como se evidencian sus medios de prensa aliados.

Nunca creí que se llegase a tanto.

Se nos contagia medio norte argentino de dengue, pero … no hay epidemia de dengue. Prohibido decir epidemia.

Se van venciendo como yogures viejos los plazos de la Corte sobre el Riachuelo, pero hay que decir que el gobierno cumple los plazos y limpia el Riachuelo.

Hay un viejo chiste gráfico en el cual, están bajando de un bus unos turistas en las pirámides mayas. A su alrededor los paramilitares “limpian” de indios la zona para que los turistas no se sientan incómodos. Y el hombre que ayuda a cada pasajero del bus turístico a bajar, le entrega a cada uno un par de “anteojos para no ver indios”. Que obedientemente se pone cada uno para andar en medio de la matanza, sin verla.

Desde el 13 de abril, cuando Página12 publica el artículo dando cuenta de la toxicidad en embriones anfibios del glifosato. Informe del Laboratorio de Embriología Molecular de la UBA. El famoso informe del Dr. Andrés Carrasco.
Y la Asociación de Abogados Ambientalistas (lo escuchamos aquí a Enrique Matías Viale) presenta el amparo contra el glifosato ante la Corte Suprema pidiendo la prohibición del uso y venta,
Las cámaras empresarias que nuclean a las grandes compañías de agroquímicos y semillas se unen como los Mosqueteros, y lanzan un comunicado defendiendo al niño de sus ojos, el glifosato.
Y la emprenden con que ese estudio no existe.
A todo esto, El 20 de abril, el Ministerio de Defensa prohíbe la siembra de soja en sus campos, en un gesto político bastante fuerte.
Y al día siguiente los amigos del agro, cuyos suplementos rurales viven gracias a las semilleras, Clarín y Nación dicen que ese informe a lo mejor no existe.
El 22 al mejor estilo Gestapo, un abogado y un escribano se aparecen en el Laboratorio de Carrasco en la UBA, exigiendo copia del estudio sobre glifosato. Como en el laboratorio los mandan a paseo, “deducen" que el estudio no existe. U el pobre de Carrasco empieza a recibir llamados intimidatorios.
Interesante saga, no?

 

La ciencia perseguida por decir la verdad

 

Permítanme recordar a Arpad Pusztai. Este buen señor, científico molecular, en agosto de 1998 fue invitado a un canal de TV a contar sus últimos descubrimientos en le instituto adonde trabajaba desde hacía muchos años, ya que era un hombre grande. Y hablando como jefe de laboratorio del Instituto de Investigaciones Rowett, contó que las ratas alimentadas con papas transgénicas generaban deficiencias inmunológicas.
La televisión británica puso en directo la entrevista.
Cuando Pusztai llegó a su casa, lo esperaba el telegrama de despido pues el Instituto Rowett tiene sus actividades financiadas por el gobierno y no había que andar por ahí asustando a la gente, habida cuenta del poder de las corporaciones de los transgénicos.

Andrés Carrasco, autor y responsable de la investigación de la cual sí tienen copia la Corte, la Asociación de Abogados Ambientalistas, Diputados de la Nación y Senadores no quiere cometer el mismo error que el bueno de Pusztai, y terminar despedido.
Su objetivo es determinar, a través de nuevos y más jugosos trabajos, la realidad real del glifosato. No la realidad Monsanto, que es bien otra.
Solo en Argentina se venden 160 millones de litros por año en un mercado que factura más de U$ 600 millones, y se aplica en 18 millones de hectáreas, solo si contamos la soja, y sin contar pueblos enteros desmalezados, o vias de tren. Es un negocio enorme.
Si yo fuese Carrasco, no leería los dos diarios nacionales, punto uno, para no hacerme mala sangre, y no andaría solo por calles solitarias.
No haría lo mismo usted?
Por si acaso se le aparecen los malos a la vuelta de una esquina…