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Editorial del Programa ECOS del día 1 de Junio de 2013

 

Querida, ¿cuánto endosulfán le pusiste a la ensalada?

 

 

Muy buenos días, hoy vamos a revisar acá en ECOS algunas cosas quizás menos “conflictivas”, porque vamos a ver cómo un desarrollo eólico puede muy bien autoabastecer la demanda energética de ciudades enteras a bajo costo y rápidamente. Y vamos también a charlar con quienes nos ofrecerán un posgrado agrícola en frutos secos. Primera vez que se forman profesionales para el manejo de esta rama de la producción que tan bien se da en el norte de la Patagonia.
Pero no quería empezar sin señalar algo que acabo de enterarme.
Estaba revisando los límites máximos permitidos de residuos de plaguicida que podemos encontrar en la lechuga. Y busqué uno particularmente peligroso, tan peligroso que el año pasado fue incluido en la docena sucia del Convenio de Estocolmo, y todos los países deben deshacerse de él. Todos menos Argentina, que solicitó una dispensa para seguir usándolo un poco más. Y hablo del Endosulfán. Este organoclorado tan riesgoso que se decidió dejar de hacerlo, venderlo y aplicarlo en el mundo entero.
Y dice SENASA, que es el encargado de decir cuánto tóxico podemos comer en nuestra ensalada, que de endosulfán, en la lechuga de la ensalada, podemos comernos 1 mg de endosulfán por kilo. La ley nos protege diciendo que podemos comer hasta 1 miligramo de endosulfán por kilo, y más de eso, no.
Se me ocurrió buscar en la página de la Unión Europea a ver cuánto tenía permitido comer de tóxico el ciudadano europeo, y parece que el organismo de los europeos ha de ser más flojito, menos resistente, porque allá, cuando acá admiten 1, admiten 0.05mg por kilo.
Infinitamente menos come de veneno el europeo que el argentino. Aguante el argentino, que seguro se la banca…..
Pero,… ¿se la banca? … ¿hasta cuándo se la banca? ¿Hasta cuándo nuestros cuerpos seguirán sin acusar recibo de ese impacto cotidiano?
Y del resto de los productos, que son cientos, y de los cuales para no espantarme, no miré?
Lo invito a que lo haga. Si no lo encuentra, me escribe y se lo paso. Comparemos. Cuán aguantadores somos los argentinos frente a un europeo que tiene normas de protección, que lo protegen.