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Editorial del Programa ECOS del día 16 de Mayo de 2015

 

Seguimos acumulando pruebas contra los tóxicos...

 

 

Hoy quería comenzar leyendo dos fragmentos de esta semana aparecidos en varios medios de prensa.
Hoy vamos a ver qué le pasa a los delfines con los contaminantes orgánicos persistentes y vamos a conocer la intimidad de la causa judicial contra la Chevron Texaco en el Ecuador. Pero antes, vamos a estos dos breves recortes nacionales:

Conocida como "Capital Nacional del Arroz", San Salvador es una localidad de 13.200 habitantes del centro este de la provincia de Entre Ríos.

 


En los últimos años, el cultivo de arroz ha perdido mucho terreno en beneficio de la soja. Y tanto uno como otro cereal requieren ser tratados con gran cantidad de pesticidas y herbicidas, que en el campo de cultivo se pulverizan a través de aviones fumigadores o de tractores "mosquito", que no siempre respetan la prohibición de circular sólo a partir de los 400 metros por fuera del casco urbano.
Por otro lado está el polvo blanco cargado de agroquímicos que eliminan constantemente los molinos arroceros al secar el grano -o separarlo de la cascarilla-, que los vecinos tocan y respiran.
La fuerte movilización de habitantes que denuncian que casi la mitad de su población muere por cánceres generados presumiblemente por los agrotóxicos, motivó que el municipio entrerriano de San Salvador, convocara a especialistas de las universidades de Rosario y de La Plata para realizar un estudio epidemiológico-ambiental con científicos encuestando vecinos casa por casa y tomando muestras de aire, tierra y agua.
Según una estadística elaborada por los vecinos autoconvocados "Todos por Todos", el 43,3 por ciento de los fallecidos entre 2010 y 2013 murieron como consecuencia del cáncer, cuando el promedio nacional oscila entre el 18 y el 20 por ciento. Además, en lo que va del año 15 personas ya murieron como por esta patología, cuando en todo 2013 fueron sólo 19, aseguran.

La otra nota:
Estudio de la Universidad Nacional de Río Cuarto, publicado en la revista de la Sociedad Argentina de Pediatría, detectó que los chicos de la ciudad cordobesa de Marcos Juárez presentan casi un 55 por ciento más de anomalías que nenes no expuestos a plaguicidas.
En niños que viven cerca de lugares donde se fumiga con glifosato y otros plaguicidas se constataron daños genéticos, que podrían conducir a enfermedades como la leucemia y que ya estarían ocasionando síntomas como broncoespasmo y hemorragias nasales. Las alteraciones genéticas son más en los chicos que viven a menos de 500 metros de las fumigaciones pero se detectan aun en chicos que viven a más de un kilómetro.