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Editorial del Programa ECOS del día 11 de Noviembre de 2017

 

La grieta entre ciencia digna y ciencia cómplice se hace cada dia mas gorda

 

 

Publica The Journal of the American Medical Association una nota referida al trabajo científico publicado en Jama sobre los niveles de glifosato en orina humana encontrados dramáticamente aumentados en los residentes de California en las dos últimas décadas.
La orina recolectada de 100 californianos entre 1993 y 2016 muestra que los niveles de glifosato han aumentado con la llegada de las cosechas genéticamente modificadas. En las primeras muestras, había niveles muy bajos, solo detectables en 12 de cada 100 personas. A lo largo de los 22 años siguientes, se encontró un aumento de alrededor de 1.000% en los niveles encontrados en las 100 personas, en promedio.
El glifosato, que se usa habitualmente en el paisajismo residencial, se ha encontrado en el agua potable, pero se cree que los niveles en la orina humana aumentaron sobre todo a partir del consumo de alimentos expuestos al herbicida, ya que es poco probable que todas esas personas estén rociando esa cantidad de glifosato en sus jardines cada día, para llegar a los niveles observados. Aunque el estudio se enfocó en los californianos, el glifosato es el herbicida de uso más común en el mundo, y es probable que se encontraran resultados similares a lo largo y ancho de Estados Unidos.
Y nosotros, ya hemos visto que también a lo largo y a lo ancho de la Argentina.
Entretanto, los agrónomos dignos muestran y denuncian que las derivas de este modo químico de producir comida se van bien lejos de los cultivos, se meten en nuestras vidas y en nuestros cuerpos.
Entretanto, se reúnen en el INTA Balcarce, en el marco de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Mar del Plata, los estudiantes y promotores de la agroecología, trayendo a expositores de lujo porque son los que están en territorio mostrando ese otro sano modo de producir. Y estando en el INTA, solo una persona que viene viendo que las cosas no están demasiado bien, expone sus hallazgos muy preocupantes, pero cuando se le hacen preguntas críticas, no puede responder, y pide disculpas por ello, ya que está en el INTA, trabaja en el INTA y no puede decir claramente que esta agricultura industrial nos está matando.
Mala cosa no poder hablar.
Peor cosa es ser buena gente, buen investigador y mejor profesional, y no poder hablar.
En ese hermoso evento que duró tres días, se mostró claramente el problema y la solución. Y se expuso a la luz la camarilla que, aliada con los que manejan los grandes negocios de la semilla y la química, sostienen su discurso de buenas prácticas en un marco de fraude y ocultamiento.
En mis charlas suelo decir que es muy difícil que alguien entienda algo si su sueldo depende de que no lo entienda.
En fin, a seguir midiendo glifosato en orina de toda la humanidad y hacer de ver que acá no pasa nada.