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Editorial del Programa ECOS del día 8 de Septiembre de 2018

 

El bicentenario de la contaminación del Riachuelo

 

 

El otro día leía la Resolución de la Presidente de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo. Aunque no lo crean, después de dos siglos, en el artículo 1º, dice: “Convócase a Audiencia Pública a los fines de permitir y promover la efectiva participación ciudadana en relación a la: “IDENTIFICACIÓN DE ÁREAS PRIORITARIAS PARA INTERVENCIONES EN LA CUENCA MATANZA RIACHUELO- ANÁLISIS DE RIESGO AMBIENTAL”.
Usted dirá: si, fue una de las tantas resoluciones que convocaron a una de las tantas audiencias públicas, pero que después la gente fue, despotricó, y nada más pasó. Pero escuche la fecha: La Audiencia Pública se llevará a cabo el día 21 de septiembre de 2018 a las nueve (9:00) horas en el Aula Magna de la Universidad de Lanús. Si, dentro de dos semanas…
Desde los saladeros a principios del siglo XIX hasta hoy, las administraciones públicas prometen planes de descontaminación, pero nada pasa.
En 1860 un decreto obligó al cierre de los saladeros precisamente por razones higiénicas y las quejas de los vecinos hacían hincapié en “el color sanguíneo del río, los olores fétidos, el burbujeo de las aguas y la mortandad de los peces”.
Once años después, en 1871, la Cámara de Diputados bonaerense se comprometió a canalizar y limpiar el Riachuelo. Se ratificó la prohibición de instalar curtiembres y fábricas de jabón a orillas del río. Pese a que la contaminación fue señalada como una causa de la epidemia de fiebre amarilla en la ciudad, la ley no se cumplió. Sin embargo, en 1875, sorpresivamente se dictó una norma que volvió a autorizar la instalación de las industrias.
A la cuenca del río se arrojaba basura de todas las jurisdicciones.
A principios de 1910 el Congreso destinó 1.500.000 pesos para obras de rectificación y ensanche. Sin embargo, para 1982, ciento setenta y un años después, todavía no había concluido la rectificación.
Los trabajos de saneamiento, desde ese momento, quedaron a cargo de la Coordinadora Ecológica Metropolitana Sociedad del Estado, CEAMSE, creada en los años ochenta. Les dieron 21.000 millones de pesos, entre Capital y provincia. ¿Pero, vio? crisis económicas, revueltas políticas. Nada pasó.
Llegó Menem que le dijo a María Julia Alsogaray que haga una comisión de saneamiento y prometió mil días. Le dieron más dinero.
En 1995, los 1000 días habían pasado, el BID aprobó el crédito por 250 millones de pesos/dólares. Los otros 250 millones tenían que ponerlos la Nación, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad.
Hasta 2000, el 57% de los fondos se utilizó en estudios de consultorías; un 20%, en recolección de residuos en las márgenes y limpieza de espejo de agua; el 17%, en proyectos ejecutados, y el 5% en obras de saneamiento.
Después llegaron el corralito, la emergencia económica y el default. Los intereses punitorios por no usar el crédito de fomento superaron los 6.000.000 de dólares. Y US$ 150 millones de ese préstamo se redireccionaron al área de Desarrollo Social.
13 años después, la secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la gestión Kirchner, Romina Picolotti, expresó ante el Senado de la Nación que “para el año 2015 más de tres millones de habitantes de la cuenca tendrán cloacas”. Y le dieron más dinero.
En el 2006 se crea ACUMAR (Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo), un ente autárquico e interjurisdiccional en el que participan Nación, Provincia y Ciudad de Buenos Aires. Pero como las cosas seguían igual, decide intervenir la Corte Suprema de Justicia y en el 2008 la intimó a implementar de una buena vez un plan de saneamiento.
Eso fue hace diez años. Estamos por cumplir el “bicentenario” de la contaminación del Riachuelo.
Hasta hoy, retiraron unos 70 barcos hundidos, y unos 50 autos, hay menos basura y se recuperó una partecita del espejo de agua. Hicieron 400 viviendas en el marco del Plan Integral de Saneamiento Ambiental (PISA). Se recuperó “camino de sirga”: 25 metros a cada lado del río que estaban ocupadas fábricas, asentamientos o basura, ilegalmente.
los planes de reconversión de industria que se anunciaron no se completaron o fueron insuficientes, porque sigue existiendo el mismo nivel de cromo, arsénico, plomo y otros metales pesados. Y el agua sigue sin tener oxígeno suficiente para que haya vida. Todos los plazos que dispuso la Corte Suprema están vencidos,
La Auditoría General de la Nación se puso un buen día a revisar los números de ese agujero negro adonde entraban dólares y nada pasaba. Detectó licitaciones direccionadas, millonarios sobreprecios y desvío de fondos realizados por el ente encargado de sanear el río.
Las autoridades que iban asumiendo año tras año, se quejaban, de los que habían estado antes. Hoy tienen que cumplir con el fallo de la Corte, en esta sangría de corrupción que ya se llevó 5.200 millones de dólares, y solo cumplió con el 20% de la limpieza dictada por el Máximo Tribunal en el histórico fallo de 2008; subejecutó partidas en más de un 57% y pagó sobreprecios de hasta el 100%.
Para cada una de las cosas que dijeron que harían, recibieron dinero y luego no hicieron, se convocaron audiencias públicas.
Ahora viene otra, en un par de semanas. Yo no sé, pero ni al más optimista se le dibuja una sonrisa….