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Editorial del Programa ECOS del día 31 de Agosto de 2019

 

Más sobre el accidente nuclear ruso

 

 

La semana pasada hablamos del accidente nuclear en Rusia, de hace pocos días, en el cual detonó un misil y desparramó no solo una fuerte onda expansiva sino radiación, con un saldo de siete muertos.
Hay que agregar lo que de a poco se fue sabiendo: el relato del médico del Hospital Clínico Regional de Arjangelsk, el centro público de salud en el extremo norte de Rusia, cuando este 8 de agosto ingresaron por urgencias tres hombres desnudos y envueltos en bolsas de plástico translúcidas. Dos murieron camino al aeropuerto.
Toda la información que tenían los médicos era que alrededor del mediodía había habido una explosión en un emplazamiento militar cercano al pueblo de Nyonoksa, cuando – esto lo supieron después- a esas horas, la radiación se estaba disparando hasta 20 veces su nivel normal, y se mantenía durante unos 30 minutos en la segunda ciudad más grande de la zona, Severodvinsk, a media hora en coche del hospital de la capital de esta región del Ártico.
Varios heridos fueron llevados a Moscú, (se vio en las redes rusas un video de un convoy de policía y una ambulancia abriéndose camino por las calles de la capital).
Cinco miembros del personal del hospital, incluidos médicos jefes de unidad, han confirmado al diario ruso 'The Moscow Times' que agentes del Servicio Federal de Seguridad, ex KGB, hicieron que sus colegas firmaran acuerdos de confidencialidad y que uno de los doctores está contaminado. En el centro sanitario están muy enojados con las autoridades, pero también manifiestan miedo pues son objeto de vigilancia. El quirófano donde se les atendió, ubicado en un ala del tercer piso del hospital, estuvo cerrado hasta el 13 de agosto, según medios locales.
Los servicios de seguridad llegaron al hospital al día siguiente del accidente, y requisaron y eliminaron toda la información sobre el incidente que estaba en los registros del hospital.
A los médicos y las enfermeras se les ofreció ir a Moscú para hacerse pruebas, y fueron 60 personas del hospital. Uno de los médicos tiene en su cuerpo cesio-137, un isótopo radiactivo que se acumula en los músculos durante al menos 30 años y multiplica la posibilidad de padecer tumores.
En el centro sanitario se preguntan ¿por qué no les informaron de lo que había pasado, cuando les llevaron los heridos? Se hubiera evitado la contaminación al menos usando guantes.
Cerca del lugar del accidente, las autoridades pidieron a las personas que permanecieran dentro de edificios y cerraran las ventanas.
Algunos ciudadanos han presentado una queja a los fiscales para exigir que esas maniobras nunca más se realicen. Dicen "Los niños estaban jugando por el paseo marítimo. Deberíamos haber sido advertidos".
Rosatom, la agencia nuclear rusa, se negó a comentar el tema, para variar, pero dijo que la prueba no representaba ningún riesgo para los residentes.
Por su parte, el organismo de seguridad nuclear de Noruega, está analizando yodo radiactivo detectado en el aire en el norte del país en los días posteriores a la explosión del cohete en Rusia.
Otra vez: lo nuclear cubierto por un manto de intimidación y ocultamiento. Qué vida ésta, no? Luego le cuento de otro accidente hace dos años, del que recién ahora se van conociendo algunas cosas.