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Editorial del Programa ECOS del día 30 de Mayo de 2020

 

Tóxicos silenciosos en la comida

 

 

En este programa hablar de glifosato es figurita repetida. Por un lado, porque día a día aumentan las evidencias de su peligrosidad, así como, al mismo tiempo, parecieran solidificarse las indiferencias oficiales sobre el tema.
En el barrio diríamos que no les entran las balas a los que deben prohibir de una buena vez su uso.
Se publicó hace poco, como mencioné la semana pasada, la nueva recopilación sobre trabajos científicos relacionados a los efectos e impactos en la salud, trabajo que empezó tímidamente en un archivo word de la mano de Eduardo Rossi, y que hoy ya tiene hasta prólogo de Vandana Shiva y más de mil trabajos que prueban de modo irrefutable (pues son trabajos de investigadores de todo el mundo publicados en revistas científicas con revisión de pares) que el glifosato no fue ni es una buena idea para nada ni para nadie. Que su riesgo es ya insoslayable, y su peligro, cierto.
Por otro lado, estamos viendo los resultados de los juicios que van fallando a favor de las víctimas con cifras siderales de indemnizaciones, que de todas maneras, no pueden comprar la salud o la vida de quienes se han enfermado o muerto a causa de esos linfomas.
Pero quería agregar dos cosas a estas reflexiones permanentes sobre este producto tóxico: La RED POR UNA AMÉRICA LATINA LIBRE DE TRANSGÉNICOS nos alerta sobre algo que no nos pusimos a pensar: la introducción de miles de toneladas de glifosato en la cadena alimentaria. Parece que una investigación reciente ha demostrado que la soja transgénica acumula herbicidas, tiene una composición nutricional alterada y causa efectos adversos relacionados con la dosis en los estudios de alimentación en un organismo modelo relevante.
Alrededor del 77% de la producción mundial de soja proviene de la soja transgénica tolerante al glifosato. Los países principales productores y exportadores de soja son Brasil, Estados Unidos y Argentina adonde entre el 94% al 100% de los cultivos son genéticamente modificados.
El estudio informa que los agricultores han duplicado sus aplicaciones de glifosato por temporada (de dos a cuatro) y que los residuos de la pulverización de glifosato a fin de la temporada, dieron como resultado residuos mucho más altos en las plantas y en los productos cosechados.
Comprobaron, además, que las muestras de grandes plantaciones comerciales de soja transgénica tienen concentraciones mucho más altas de glifosato en comparación con la soja transgénica que analizan en ensayos de campo las universidades o los institutos que evalúan la bioseguridad.
El sistema actual de evaluación de riesgos solo pide y recibe datos de ensayos de campo de los granos de soja que han sido fumigados con dosis mucho más bajas de glifosato, que lo que en realidad se aplica en las granjas comerciales.
El nuevo estudio estimó que la soja transgénica producida comercialmente entre EE. UU. Brasil y Argentina acumula un total de entre 2.500 a 10.000 toneladas métricas de glifosato por año. Herbicida tóxico que ingresa a las cadenas alimentarias mundiales.
Vaya a su alacena, y revise la etiqueta (llévese una lupa) de las galletitas, alfajores, panificados envasados, en fin, mire. Y va a hallar soja en sus diferentes formas, presentaciones y texturas en prácticamente toda la comida procesada que tenga allí.
Las muestras muestran niveles promedio de residuos de glifosato de prácticamente al doble que el nivel máximo de residuos aceptado por el Codex y la UE.
Hay muchas lagunas sobre los impactos que estos altos residuos de glifosato pueden generar, porque las evaluaciones han sido incompletas, y por ejemplo, señala el informe, no se han evaluado las posibles interacciones entre los residuos de glifosato y la composición de la planta, y los posibles efectos negativos en los consumidores. Y yo agrego, los posibles efectos sinérgicos con todo el resto del universo de agrotóxicos que puede hallarse en esa comida.
Los investigadores Thomas Bøhn y Erik Millstone del Instituto de Investigación Marina, Noruega y de la Unidad de Investigación de Política Científica, en la Universidad de Sussex, Reino Unido, sostienen que la soja transgénica necesita ser probada en contextos totalmente representativos y realistas, es decir, se debe evaluar la soja que circula en el mercado mundial, y que se necesitan estudios de alimentación in vivo a largo plazo.
Yo agregaría que súper urgentes.