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Editorial del Programa ECOS del día 13 de Junio de 2020

 

Áreas protegidas en tiempos del COVID-19

 

 

Más allá de que los desmontes no se detienen pese a la cuarentena (pareciese que la megaminería y el desmonte son actividades esenciales para este bendito país) ¿qué estará pasando con las áreas protegidas?
Daniel Paz Barreto es presidente de la Asociación de Guardaparques, y edita semanalmente un boletín. En el último, reflexiona que con la pandemia es inevitable que haya impacto directo en las Áreas Naturales Protegidas, el personal, los visitantes y por supuesto, la conservación.
Dice Daniel que con la pandemia se incrementaron los ilícitos, poniendo en un mayor riesgo en el personal de terreno. En Brasil, por ejemplo, hace pocos días fue asesinado Damião Cristino de Carvalho Junior, colaborador de la Fundación Florestal, asesinado durante una operación de inspección contra una minera ilegal en el Parque Estatal de Intervales.
Otro riesgo es el contagio de COVID-19 para el personal de las áreas protegidas. En nuestra región al menos cinco trabajadores fallecieron por COVID-19, en Ecuador, México, Perú, Panamá y Colombia. Una región en la cual, de 738 trabajadores de áreas protegidas registrados, solo 10 tienen seguro de vida, logrado luego de una sentencia judicial.
Por otro lado, Daniel reflexiona sobre el fenómeno de reducción o recategorización y hasta desafectación de áreas naturales protegidas en la región: la torta de la biodiversidad se va quedando cada vez más chica, en tanto sacan tajadas.
Comenta el caso de Uruguay, en donde si bien casi todas son privadas, pero basadas en una ley que dice que la "Biodiversidad" es un bien común de todos los uruguayos por sobre la propiedad privada de la tierra.
Todo muy lindo, hasta este nuevo gobierno neoliberal con integrantes de la extrema derecha que presentó su proyecto de ley de 500 artículos, para modificar todo el marco normativo, adonde aparecen espinosas concesiones a usos no precisamente de preservación.
Una rápida reacción de muchas organizaciones, tanto conservacionistas como académicas, entregó una carta abierta al Gobierno, denunciando que es una regresión en términos de política pública y una pérdida de soberanía del Estado y el bien público.
Hay que recordar que existe un marco internacional en el cual cada país se compromete a preservar el 17 % de su superficie para este año 2020, y que nuestro país vecino no llega o mejor dicho ya no llegó a cumplir.
¿Y qué pasa con el turismo, las ANPs y el COVID-19? se pregunta Daniel Paz.
Se sabe que es una actividad económica importante, y en ella, las áreas protegidas tienen un rol fundamental.
Promocionado como ecoturismo termina resultando un arribo masivo de visitantes. Hay alertas de deterioro histórico en parques, como por ejemplo, la enorme cantidad de basura que se solía retirar de los senderos de ascenso a puntos muy promocionados como el Aconcagua. Y una buena tarea de la Asociación de Guardaparques es enseñar, promover, diseñar una forma diferente desde el Grupo Recreación y Turismo en Conservación.
Todo ha quedado en pausa con el COVID-19, claramente. Un dominó de efectos sobre personas que ofrecían sus servicios ha generado en ese campo, una crisis enorme, como se sabe.
En esta crisis surgieron algunas pocas iniciativas en apoyo a los trabajadores de las áreas naturales protegidas en Costa Rica, o aquí mismo se ha eximido del pago del canon anual a los Guías de Turismo.
Hay países cuya economía depende absolutamente del turismo y la naturaleza, como Cuba, ¿qué está pasando allí? En Ecuador desaparece el 60% de los ingresos de Galápagos, que vive solamente del turismo. Y no es que se quedan sin dinero los agentes turísticos o los que venden los pasajes. Toda la economía de Galápagos está dinamizada en torno al turismo, el comerciante, el pescador, el agricultor, el transportista. Pues las Áreas protegidas, si están bien pensadas, dan sustento a muchas personas.
Es real que comenzará más temprano o más tarde el proceso de recuperación de la actividad. Pero ¿será en qué términos? Con tal de recuperar mercado, ¿se abrirán espacios frágiles? ¿Se aceptará cualquier cosa en cualquier lado?
¿Habrá protocolos? ¿Se cumplirán? ¿Tanto para preservar la salud de los visitantes y de los trabajadores del área como para preservar la propia salud de los ecosistemas?
Aquí se queda esta reflexión, que deberá ser asumida y continuada por guardaparques, sindicatos, gremios, asociaciones conservacionistas, asociaciones de turismo, porque el turismo no es ir solito con el alma andando por un sendero. Hay guías, choferes, cuidadores, vecinos del área, que en estos tiempos de pandemia no se ven ni se cruzan. Qué pasará y cómo se reorganizará la actividad tanto para la protección de las personas (visitantes o no) como de los ambientes, los ecosistemas, las comunidades que viven allí.
Son por ahora reflexiones y preguntas. Habrá que esperar.