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Editorial del Programa ECOS del día 29 de Agosto de 2020

 

Agrotóxicos y Parkinson: ya no hay más dudas

 

 

Muy buenas. El otro día leía una nota de “The New York Times International Weekly” que Clarin y varios otros medios han replicado, acerca del vínculo entre el Parkinson y los productos químicos tóxicos. La nota está motivada en un libro que acaba de aparecer y que en la pluma de varios profesionales investigadores en el área, trata de dar cuenta del aumento creciente del Parkinson en el mundo, y le llama “una pandemia hecha por el hombre”.
Jane E. Brody es la autora del trabajo, que está muy bien escrito y que elijo reproducirlo aquí, porque nos deja pensando en varias cosas súper importantes.
Antes, recordemos algunos nombres famosos (si es que no pensó usted en alguien de su propia familia o su entorno cuando dije “Parkinson”): Helen Mirren, Michael Fox de Volver al Futuro; Robin Williams con su Sociedad de los Poetas Muertos o con Mork y Mindy, El del Señor de los Anillos Ian Holmes, Alan Alda, de El año que viene a la misma hora, Ozzi Osbourne para los amantes del metal, Juan Pablo II, Mohammed Ali, la lista sigue y sigue y los consultorios están cada vez más llenos. Vamos al artículo:
“Sin duda, la literatura médica está repleta de asociaciones entre los hábitos y las exposiciones de las personas y su consiguiente riesgo de desarrollar diversas dolencias, desde alergias hasta enfermedades cardíacas y cáncer. Tales vínculos no prueban - y no pueden por sí mismos - la causa y el efecto. Pero a veces los vínculos son tan fuertes y las pruebas tan convincentes que no hay duda de que uno causa el otro.
El vínculo entre el consumo de cigarrillos y el cáncer de pulmón es un ejemplo clásico. A pesar de las afirmaciones de la industria tabacalera de que no había pruebas definitivas, la acumulación de pruebas, tanto experimentales como epidemiológicas, hizo finalmente imposible negar que años de fumar pueden causar cáncer incluso mucho después de que una persona haya dejado de fumar.
Los criterios que respaldaban una relación de causa y efecto entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón incluían la solidez y la coherencia de la asociación; si el vínculo tenía sentido biológico; si se aplicaba especial o específicamente a los expuestos al supuesto agente; y si estaba respaldado por pruebas experimentales.
Asimismo, sobre la base de las amplias pruebas presentadas por los expertos en un nuevo libro, "Ending Parkinson's Disease", parece miope negar un vínculo causal entre algunos casos de enfermedad de Parkinson y la exposición previa a diversos productos químicos tóxicos.
El libro fue escrito por el Dr. Ray Dorsey, neurólogo de la Universidad de Rochester; Todd Sherer, neurólogo de la Fundación Michael J. Fox para la Investigación del Parkinson; el Dr. Michael S. Okun, neurólogo de la Universidad de Florida; y el Dr. Bastiaan R. Bloem, neurólogo del Centro Médico Nijmegen de la Universidad Radboud en los Países Bajos.
Los autores llamaron a la creciente prominencia del Parkinson "una pandemia hecha por el hombre". Su prevalencia ha seguido de cerca el crecimiento de la industrialización y ha aumentado considerablemente con el uso de plaguicidas, disolventes industriales y agentes desengrasantes en países de todo el mundo.
"En los últimos 25 años", señalaron los autores, "las tasas de prevalencia de la enfermedad de Parkinson, ajustadas en función de la edad, aumentaron en un 22% para el mundo, en un 30% para la India y en un 116% para China". Además, añadieron, los hombres, que tienen más probabilidades de trabajar en ocupaciones que los exponen a productos industriales vinculados a la enfermedad, tienen un riesgo 40% mayor que las mujeres de desarrollarla.
Pero nadie se libra de un riesgo potencial. Entre otras exposiciones, un disolvente llamado tricloroetileno, o TCE, que está relacionado con el Parkinson está tan extendido en el entorno americano que casi todo el mundo ha estado expuesto a él. Contamina hasta el 30% del agua potable del país y, debido a que se evapora fácilmente, puede entrar en los hogares sin ser detectado por el aire.
Sin embargo, una propuesta de prohibición del uso del TCE fue pospuesta indefinidamente en 2017 por la Agencia de Protección Ambiental, al igual que una prohibición del clorpirifos, un insecticida vinculado al Parkinson que se utiliza ampliamente en los cultivos y en los campos de golf.
Otro tóxico destacado, el pesticida paraquat, puede aumentar el riesgo de Parkinson en un 150%. Ha sido prohibido por 32 países, incluida China, pero no por los Estados Unidos, donde su uso en los campos agrícolas se ha duplicado en el último decenio, señalaron los autores. Tanto el TCE como el paraquat se prohibieron hace años en los Países Bajos, y la incidencia de la enfermedad de Parkinson en ese país ha disminuido desde entonces.
Al igual que el tabaco, que no causa cáncer en todos los fumadores, es probable que la mayoría de los casos de Parkinson reflejen una interacción entre las exposiciones ambientales y la predisposición genética. Pero también como en el caso del cáncer y el tabaquismo, los criterios que sugieren firmemente una relación de causa y efecto se aplican también a la exposición química y al desarrollo del Parkinson.
De hecho, un estudio realizado en California por la Dra. Caroline Tanner y el Dr. William Langston sobre más de 17.000 hermanos gemelos, ambos fraternales e idénticos, sugirió que los factores ambientales superaban a la genética como causa del Parkinson.
La enfermedad es progresiva y se caracteriza por temblores, rigidez, movimientos lentos, dificultad para caminar y problemas de equilibrio. También puede causar pérdida del olfato, estreñimiento, trastornos del sueño y depresión. Aunque hay medicamentos que pueden aliviar los síntomas, todavía no hay cura. Las personas pueden vivir con el empeoramiento de los síntomas durante décadas, lo que supone una enorme carga para los cuidadores.
Y la carga económica del Parkinson es enorme, dijo Tanner, ahora neurólogo y científico de salud ambiental en la Universidad de California, San Francisco. En 2017, resultó en unos 25 mil millones de dólares en costos médicos directos y 26 mil millones de dólares más en costos indirectos, dijo”.
Quería compartirlo con ustedes, porque es un tema invisible y hay que al menos, saberlo.