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Editorial del Programa ECOS del día 12 de Septiembre de 2020

 

No se pierda el sainete nuclear

 

 

Hace un par de semanas, autoridades de Nucleoeléctrica Argentina y de la Comisión Nacional de Energía Atómica recorrían en el Complejo Nuclear Atucha, las obras en el reactor nuclear de potencia Carem 25 y en el edificio para el Almacenamiento en Seco de los Elementos Combustibles Quemados.
Este edificio está hecho medio rápido para poder poner en algún lado los residuos de las centrales nucleares Atucha I y Atucha II, que ya andan escasas de lugar en sus piletas de enfriamiento
La tecnología CANDU, que es la tecnología argentina, está rodeándose de polémica. Mientras el Dr. Andrés Kreiner, el ing José Luis Antúnez, y el Dr. Gabriel Barceló, los tres fanáticos de esta tecnología, salían en los medios a defenderla porque es la única que dominamos bien (sic) el físico e ingeniero Alfredo Caro, del Balseiro, los enfrentó al explicar por qué hay que descartar de una buena vez los CANDU, y guardar violín en bolsa.
Afirma, basado en razones económicas, que la industria nuclear tiene costos de capital de instalación hasta cinco veces más grandes que sus contrapartes convencionales. Situación que es más grave aún para los reactores de uranio natural, que, por unidad de energía producida, resultan más costosos que sus contrapartes a uranio enriquecido. En una extensa nota en agendarweb explica como se están cerrando en todo el mundo este tipo de reactores, y que Argentina debiese pensar en hacer otra cosa, así como cuando a Kodak se le acabó el negocio de los rollos fotográficos, no se fundió sino que cambió sus productos.
Ahora más bien parece que los muchachos de la CNEA abrazan el candú y dicen como el profesor Neurus: el CANDU “es mío, mío y solo mío…”
Y dice (y cito) “hay que resaltar que el valor de la energía que producen esos reactores no cubren el costo de la instalación, es decir, el costo de capital más operación y mantenimiento durante su vida útil”.
Y permítanme que siga citando a este experto, que se pelea lindo y parejo de cucardas con los amigos del átomo “CANDU no abre las puertas a un mercado exportador porque no hay compradores, y el precio del producto (electricidad) no cubre los costos de capital, operación y mantenimiento. En efecto, un reactor de 700 MWe a 6,000 millones de dólares de costo de capital, a lo que se suman los costos de operación y mantenimiento, lo convierte en la fuente energética más cara de todas las disponibles en el parque energético argentino en la actualidad, renovables o convencionales”.
Y, casi con dulzura, les dice a sus colegas en relación a cómo defienden una planta de producción de agua pesada que ya nadie usará: “vincular los CANDU con las necesidades de tritio de ITER y los posibles reactores de fusión del futuro, es tal vez el argumento más difícil de justificar”. “El tritio en las plantas CANDU es una carga y una molestia, más que un subproducto de interés comercial. Así, justificar en parte la construcción de un reactor CANDU porque podría devenir proveedor de tritio para las futuras plantas de fusión es un argumento notable, que parece infundado”.
Ahora, contado todo esto, resulta que la construcción de la cuarta central nuclear volvió a la agenda oficial de la mano de las presiones chinas (que si no nos venden muñequitos de plástico nos venden criaderos de chanchos o reactores) para apurar la firma del contrato de un reactor de agua a presión de uranio enriquecido y agua liviana que demandará una inversión de 7800 millones de dólares y, luego de 6 años de construcción, aportará a la red unos 1000 MW. La fecha tentativa para firmar el contrato sería noviembre.
Pero varios funcionarios no quieren saber nada con semejante compra, llave en mano, de una tecnología que Argentina no controla y, por lo tanto, la vuelve dependiente de proveedores extranjeros de insumos críticos, como es el propio combustible de la central.
Entonces, ¿seguir con un CANDU que ya está obsoleto? ¿Comprarles a los chinos un modelo Hualong One a paquete cerrado, que nadie conoce?
El informe del Instituto de Energía Escalabrini Ortiz advierte que seguir adelante con la construcción del reactor Hualong “sería la peor de las alternativas posibles” y que “es funcional a las intenciones de los Estados Unidos para Argentina”, sostienen los autores. Y que “si Argentina pierde su línea tecnológica autónoma quedará sometida a la voluntad de las grandes potencias”
Pero digo yo, volviendo a la comparación ¿seguiremos haciendo heladeras SIAM porque dominamos la tecnología? (saque SIAM y ponga CANDU). Es al menos absurdo.
En junio de 2018, cuando fue a pedir la ayuda del FMI para no caer en default, el ex ministro Aranguren aseguró que las centrales no iban a construirse debido a la delicada situación fiscal que atravesaba el país. “una inversión de un orden de magnitud de 15.000 millones de dólares en la actual situación fiscal que tiene la Argentina nos obliga a ser prudentes” dijo en el Foro Latinoamericano de Energía que se realizó en Bariloche, días antes de que deje de ser Ministro.
El ex secretario de Energía, Sergio Lanziani, se enamoró del Hualong One, pero le pidieron la renuncia. Y el nuevo aun no dijo nada. Fernando Peirano, presidente de la Agencia I+D+i (Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación) hace poco habló de la «transición energética», pero ni mencionó las nucleares ni dijo si le iban a poner presidente a la CNEA, que está acéfala. El presidente entretanto aspira a ir a China y ver si le venden a unos 8000 millones de dólares el famoso reactor, sin transferencia de tecnología, y contrariamente a todo lo que le dicen los CNEA locales.
A estas alturas de evidencia del increíble costo, la inseguridad, los riesgos, la falta de licencia social, y la dependencia tecnológica de las nucleares, es por lo menos increíble que se siga intentando endeudar al país con otra bomba de tiempo más, que nos condenará a miles de años de custodia de desechos y sarcófagos, y a la espada de Damocles de un accidente por siglos y siglos.
Nada es inviolable, nada está exento de un atentado o un accidente. O de un error humano, como el de Chernobyl. Aun así, parece que hay que quedar muy bien con los chinos, y deciles que si a todo.