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Editorial del Programa ECOS del día 17 de Octubre de 2020

 

Bonos verdes… fracaso rotundo

 

 

Ay, el sueño de los bonos verdes…
Un bono es un instrumento de deuda que emite una empresa o la administración pública o Naciones Unidas, para financiarse. El emisor de un bono promete devolver el dinero prestado al comprador de ese papelito, ese bono, más ciertos intereses.
Los bonos verdes fueron creados a partir del Protocolo de Kioto y ofrecían posibilidades para los inversionistas (empresas), de apoyar inversiones climáticamente inteligentes a través de instrumentos líquidos que encima les den una rentabilidad financiera.
El Protocolo de Kyoto define la arquitectura del mercado de carbono donde se establecen los objetivos cuantificados de estas reducciones de emisiones y se definen los mecanismos de mercado. El mercado de carbono comprende el uso de bosques y plantaciones forestales como sumideros de carbono.
La base de un sistema financiero es el mercado financiero, conformado por un conjunto de mercados donde, de manera virtual o física, se realizan transacciones, intercambios de instrumentos financieros por la ley de la oferta y la demanda, además de definir el precio.

¿Qué pasa con los Bonos de carbono?
Un bono de carbono representa el derecho a emitir una tonelada de dióxido de carbono. Es muy cuestionado el hecho de que se utilice la mercantilización del carbono para tratar de resolver los efectos adversos del cambio climático sin considerar las causas y consecuencias reales del problema. (observación número uno)
Los países que formaron parte del Protocolo reconocieron que durante los últimos 150 años habían sido los principales responsables de los elevados niveles de emisiones de gases de efecto invernadero, resultado entre otras cosas, de la quema de combustibles fósiles. Para el Protocolo, se debe tratar de manera diferente a los países desarrollados que a los que están en vías de desarrollo. A los primeros se les exige que regulen sus emisiones ya que son los principales contaminadores, mientras que a los segundos solamente se les motiva a hacerlo entendiendo que su posición económica no es la óptima para tomar medidas drásticas.
El carbono que se fija en los árboles se puede vender a través de bonos de carbono forestal, dejando al árbol en pie en vez de voltearlo, de modo que continúe brindando servicios ambientales.
Empresas del primer mundo contaminantes, están financiando proyectos de captura de gases de efecto invernadero en países del tercer mundo, acreditando esas disminuciones, considerándolas como si hubiesen sido hechas en su propio país en vez de en el sur global. La institución encargada de entregar estos bonos son las Naciones Unidas.
Los bonos verdes son un tipo de deuda emitida por instituciones públicas o privadas que, a diferencia de otros instrumentos de crédito, comprometen el uso de los fondos obtenidos con un fin ambiental.
En el Mercado de Carbono si una empresa o país logra reducir sus emisiones de CO2 puede poner en venta dicha reducción a países desarrollados que estén obligados a emitir menos gases.
Es el derecho a emitir CO2 como un bien canjeable y con un precio establecido en el mercado.
La transacción de los bonos de carbono supuestamente permite mitigar la generación de gases de efecto invernadero, beneficiando de paso a las empresas que disminuyen la emisión y haciendo pagar a las que emiten más de lo permitido.
Las reducciones se miden en toneladas de CO2 equivalente, y se traducen en Certificados de Emisiones Reducidas (CER). Un CER equivale a una tonelada de CO2 que se deja de emitir a la atmósfera, y puede ser vendido en el mercado de carbono a países industrializados. Los tipos de proyecto que pueden aplicar a una certificación son, por ejemplo, generación de energía renovable, mejoramiento de eficiencia energética, reforestación, limpieza de lagos y ríos, etc.
Sin embargo, la implementación de estos mecanismos tendientes a reducir las emisiones de CO2 no reducen la concentración de CO2 en la atmósfera, como tampoco retardan la subida de la temperatura.
¿Lo digo yo? No, justamente leía en El Cronista la semana pasada que en setiembre se batió un récord de emisiones de bonos verdes a nivel mundial, con más de u$s 30.000 millones. Pero un informe del Banco de Pagos Internacionales aclara que aún falta la acción concreta de las emisoras para bajar su grado de contaminación.
Si no entiende exactamente cómo es el mecanismo, no se preocupe porque son contados con los dedos los que lo comprenden a cabalidad. Yo le cuento la parte teórica, pero no economista no soy.
Al Gore (famoso por varias cosas, entre ellas la peli “Una verdad incómoda”) anduvo diciendo que "la contaminación nunca debería ser el precio de la prosperidad".
En septiembre se batió un récord de emisiones de bonos verdes a nivel global, con más de u$s 30.000 millones emitidos. Son muy apreciados por grandes bancos centrales, fondos de pensiones, y son considerados como inversiones de menor riesgo. Y en este segundo trimestre de 2020, casi un 60% de los emisores estaban en Europa.
Sin embargo ….. Un informe del Banco de Pagos Internacionales, conocido como el Banco de Basilea, aclara que todavía falta bastante para que las empresas emisoras reduzcan su nivel de contaminación.
Chan…
Incluso, cuenta el Cronista, este "banco de los bancos centrales" advierte que varias compañías que han lanzado sus propios bonos ecológicos siguen siendo grandes generadoras de CO2, y los expertos indican que "en general, no hay pruebas sólidas de que la emisión de bonos verdes esté asociada con una reducción en el nivel de contaminación a largo plazo de cada empresa".
Chan…
Qué manera de seguir contaminando, ganar dinero por ello y encima quedar como los salvadores del planeta..