Skip to: Site menu | Main content

Editorial del Programa ECOS del día 5 de Noviembre de 2022

 

Ambiente y salud mental

 

 

La biodiversidad sustenta la salud mental de las personas, no sólo la salud física, decía el otro día la colega Patricia Escobar en Argentina forestal.
Y preguntaba ¿Sabías que la biodiversidad puede afectar positivamente a tu salud mental?
Yo creo que la pandemia y el encierro obligado ha sido un clic que nos mostró cómo de pronto “necesitábamos” el aire libre; “necesitábamos” ir a una placita. Además, claro, de todo lo afectivo humano. Pero alertó a los investigadores de que las personas que vivían cerca o enfrente de un espacio verde, o tenían un jardín o hasta un balcón con macetas, la pasaron mejor y tuvieron menos procesos depresivos que aquéllas que no tuvieron contacto con el mundo vegetal.
Hay una película de los años 70, que se llama “Cuando el futuro nos alcance” aunque su título original es “Soylent Green” y tenía a un señor muy famoso llamado Charlton Heston como protagonista. En esa película, el mundo estaba totalmente cementizado, y la gente había casi olvidado lo que era una planta. ¿Qué se comía? Pues los muertos ofrecían material nutritivo, (claro que era un secreto) en la forma de unas galletas alimenticias que todo mundo devoraba.
Cuando los viejos se ponían muy viejos, les decían que los llevarían a un lugar de reposo, pero en verdad, los hacían galletita. Y antes, para que se mueran felices, les proyectaban a pantalla completa bosques, selvas, ciervos, cataratas, plantas llenas de flore. Hasta que cerraban los ojos y se iban contentos de haber visto por última vez, la biodiversidad.
Claro que la ciencia ficción viene adelantando estas cosas en muchas obras, quizás Asimov en su trilogía Fundación ya habla del planeta Trantor, la capital del imperio galáctico, que es un planeta completamente cubierto de ciudad.
Pero volvamos al presente y vayamos al famoso reporte del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), que nos pone blanco sobre negro que los impactos de esta civilización consumista y derrochona de la mano del Cambio Climático, está afectando no solo la salud y el bienestar de las personas, sino también la salud mental.
Sobre la salud física, hay ríos de tinta, y horas de ECOS…
Sobre la salud mental, quizás no tanto. Los fenómenos meteorológicos extremos hacen que una gran parte de la humanidad tema inundarse, o morirse de sed, o tener que migrar a otra parte porque su tierra ya está agotada. O en relave, o inundada, o seca.
Los químicos en el ambiente, en el agua, en la tierra, en los alimentos, han venido fragilizando los cuerpos humanos. Ahí ya hay ríos de tinta y horas de ECOS.
Si la salud es tanto física como mental, ¿quién será el que cumpla con el mandato de las Naciones Unidas de “garantizar una vida sana y el bienestar en todas las edades”?.
No existe salud humana sin diversidad biológica, que también forma parte de sectores del desarrollo que inciden en los resultados en la esfera de la salud, como el farmacéutico, el bioquímico, la biotecnología y la agricultura.
Las conclusiones del informe de políticas públicas de la Organización Mundial de la Salud, presentada en junio en Estocolmo, coincidieron con las del IPCC y advierten que la rapidez del cambio climático supone una amenaza cada vez mayor para la salud mental y el bienestar psicosocial, al provocar trastornos que van desde el malestar emocional hasta la ansiedad, la depresión, el dolor o las conductas suicidas. Y existe un escaso apoyo especializado en materia de salud mental para las personas y las comunidades que se enfrentan a peligros relacionados con el clima. La OMS pide integrar las consideraciones climáticas en los programas de salud mental, con compromisos mundiales para reducir las vulnerabilidades y el importante déficit de financiación que existe para el apoyo a la salud mental y psicosocial.
Si Filipinas reconstruyó y mejoró sus servicios de salud mental después de sufrir el tifón de 2013, y hasta India, país no especialmente rico, se está ocupando de preparar a las ciudades para responder a los riesgos climáticos y hacer frente a las necesidades psicosociales y de salud mental, ¿qué podríamos esperar nosotros si apenas se logra que no se le eche a la cara veneno a las personas, o que no nos pongan veneno en la comida? Si ni podemos hacer que los que manipulan la nucleoelectricidad dejen de ocultar cosas? Estamos de veras lejos de tener resto para asumir algo tan importante pero invisible como es la salud mental.